Binvenidos y bienvenidas.
Hoy es nuestro primer día en el taller y mi primer día en el colegio.
Hay muchas caras nuevas, tanto para mi como para los niños que vienen de distintos grados. Estamos todos algo agitados y expectantes:
En el suelo hay 100 hojas de papel en blanco formando una gran cuadrícula de 10 por 10. ¿A qué viene esto?
Todos nos sentamos a la mesa y ¿qué es lo que nos encontramos? Muchos muchos dados. ¿Qué vamos a hacer con esto? ¿Quieren averiguarlo?
Pensé que para un día como hoy nos vendría bien un juego para empezar a activarnos. La idea viene de un ejercicio llamado "A thousand Billion Faces" del libro “The little factory of illustration” de Florie Saint-Val.
El juego consiste en construir un rostro con ayuda del azar y de una plantilla muy ingeniosa. En la plantilla tenemos 6 tipos de cejas, ojos, narices, bocas, orejas y peinados. La regla: los dados mandan. Podemos trazar la forma de cara que se nos ocurra y elegir los colores que queramos, pero para todo lo demás dibujaremos lo que los números de los dados nos digan. Un buen método para dejar fuera el miedo y la indecisión ¿no les parece?
Repartí las plantillas con las instrucciones y un dado a cada quien. ¿Cuántos tipos de caras creen que pueden salir de estas combinaciones? Pregunté a los niños. ¿Creen que podamos hacer más de cien caras diferentes en menos de una hora?
¡Nooooooo! Fue la respuesta al unísono, acompañada de múltiples caras entre perplejas y preocupadas. Un poco como esta de por aquí:
Bien, pues vamos a averiguar si es posible. Todos tenemos hojas en blanco a mano y ceras de colores. Así que, en sus marcas, listos, ¡fuera!
El comienzo fue lento e indeciso para la mayoría. La primera cara quizá les tomó entre 8 y 10 minutos. Yo ya llevaba varias para entonces. ¿Pero tú por qué lo haces? Me preguntaron varios niños muy intrigados. Pues porque me gusta mucho este juego, les dije. Además nos quedan 40 minutos y falta mucho para llegar a 100. ¿Alguien sabe cuántas llevamos?
Me levanté y puse cada una de mis caras sobre las hojas de la cuadrícula en el suelo. Algunos niños pusieron algunas también. Al verlas soltamos algunas risitas. Otros se empezaron a acercar para ver. ¡Nos faltan 85! Anuncié.
La segunda cara salió más rápido y algo más suelta. Unos cuantos dados escapistas caían al suelo y a veces no se sabía a ciencia cierta lo que el dado había querido decir. Otras veces había desconcierto e indignación por parte de algunos niños. ¡Qué cara más fea! ¡Esto no puede ser! ¡Mira qué cara de tonta tiene!
Me veían así:
Y decían: ¡no pienso dibujarlo! Así que seguían tirando los dados hasta que saliera algo más aceptable en su opinión.
Mira, ¡esta sí está guapa!
En otros casos el azar era mejor bienvenido. Y no sólo eso. Algunos se ponía a ensayar las mismas caras que estaban construyendo. Varios de nosotros hicimos muecas y el visco más de una vez.
Algunos niños eran más de ver. Se les iban los ojos al trabajo del de a lado y se partían de la risa, comentaban y hacían sugerencias.
Otros entraron en una espiral creativa incontenible, haciendo uno tras otro, dando alaridos y haciendo toda clase de gestos, como con cara de científicos locos.
Hicimos muchísimas pruebas. Mitad con dados, mitad inventadas. Combinamos colores. Buscamos todo tipo de caras. ¿De cuál te gusta más a ti? Tenemos redondas, cuadradas, de pizza, de estrella, de luna o de corazón. Tenemos de pera y de reloj de arena. Tenemos formas sin nombre y...tenemos...tenemos hasta unas con ¡forma de caca! ¡Qué locura!
La colección no va nada mal pero...
todavía faltan muchos espacios que cubrir en la cuadrícula y, ¡nos quedan 10 minutos! ¡De prisa, de prisa!
El tiempo se ha terminado.
¡Acérquense y miren todas las caras que hemos hecho!
¡Son más de 100! Y qué bien se ven juntas, ¿no les parece?
Algunos parecen primos. Se parecen mucho aunque con sus diferencias, claro. ¿Los organizamos por familias? ¿O por personalidad? ¿Y si hacemos un concurso? ¿Quién es el más gracioso? ¿Quién el más aterrador? ¿El más loco? ¿El más bobo?
Con esto nos entretuvimos bastante, aunque había opiniones encontradas y todos querían un título para sus creaciones. Algunos los bautizaron incluso, como es el caso de El cerdo lunar, la Modelo Wau y el Científico araña.
¡Impresionante! Nada mal para nuestro primer día. Hemos dibujado muchos personajes variopintos, hemos probado a compartir autoría con el azar y nosotros mismos hemos puesto todo tipo de caras. Hemos reído, corrido y sudado incluso.
Ahora es tiempo de recoger el tinglado y despedirnos.
¡Nos vemos la otra semana!
¿Qué haremos la siguiente clase? Es una sorpresa. Si quieren saberlo, los esperamos en el blog la próxima semana.